Nous poursuivons nos échanges sur le toro de lidia avec Antonio Purroy. Cette fois, nous lui avons demandé s’il percevait lui aussi — à l’image d’autres aficionados — la dichotomie qui existait entre la variété annoncée par plusieurs études, dont celle du docteur Cañón, du nombre d’encastes (pas moins de 28) et la réalité de ce qui était présenté dans les ruedos au fil des temporadas.
Para hablar de los numerosos encastes actuales no queda más remedio que echar la vista atrás y recordar las castas fundacionales. Los estudiosos de estas castas se ponen de acuerdo en las siguientes: Navarra, Raso de Portillo, Toros de la Tierra (Colmenar), Jijona (Castilla-La Mancha), Vistahermosa, Vazqueña, Cabrera y Gallardo. Hay quienes llaman a Raso de Portillo, Morucha; otros agrupan los Toros de la Tierra y Jijona bajo esta última e, incluso, agrupan Cabrera y Gallardo en una sola… Estas castas fundacionales estaban muy alejadas entre sí, siendo razas diferentes, ¿en qué se parecen la Navarra y la Vistahermosa?. Hoy en día varias de aquellas castas están practicamente desaparecidas y los animales que quedan de la raza de Lidia se han acercado mucho geneticamente, de manera que se considera al ganado de bravo como una agrupación racial unida por la producción de comportamiento en forma de bravura.
El ganado de Lidia moderno tiene poco más de 3 siglos y, en este tiempo, ha evolucionado hacia una gran concentración genética y a una mejora del comportamiento con vistas a los festejos de lidia ordinaria. De esta evolución, son responsables los ganaderos que, presionados por los “taurinos” y las grandes figuras del toreo de cada época, se han visto abocados a la obtención del toro moderno.
Parece ser que fué Guerita — finales del siglo XIX — y sobre todo Joselito El Gallo después, quienes se dieron cuenta de que era la casta Viatahermosa la que mejor podría adaptarse a la lidia moderna en la que se combinara bravura (1er. tercio) y nobleza (último tercio). A ellos les siguió Manolete y El Cordobés, auténticos figurones que tuvieron mucha fuerza en sus épocas respectivas.
Lo cierto es que la casta Vistahermosa ha arrasado y hoy practicamente el 99 % de los animales de la raza de Lidia son de esta casta fundacional y dentro de esta casta la que domina es la rama Domecq (a través de Murube – Parladé y Conde de la Corte).en todas sus variantes, de manera que el 85 % aproximadmente de los toros lidiados son de sangre Domecq.
A partir de aqui se han creado los nuevos encastes que “oficialmente” se han convertido en 29 encastes (UCTL), muchos de ellos con la misma composición genética básica y con un comportamiento muy parecido: un animal noble, con poca casta, poca fuerza y muy predecible, que no consigue trasladar la emoción a los tendidos. Y cuando los toros no emocionan no consiguen enganchar a los espectadores, porque ya se sabe, en los toros el arte sin emoción no es arte, “nos ahoga la estética” en palabras de D. Miguel de Unamuno. — Antonio Purroy
