« En los toros, se habla de la muerte como un mal necesario. En la vida se habla de la muerte como un mal. La única verdad es que la muerte ocurre en el momento que deja de existir el aliento en el cuerpo, pero nadie sabe con absoluta certeza que ocurre cuando la muerte empieza.
Les presento estas imagenes de la reaparición de José Tomás en Aguascalientes, México empezando con la imagen de la cabeza del cuerpo de un toro, minutos después de que su muerte le ha llegado. Esa cabeza que profesa ser un ídolo caído, que sera finalmente disecado y colgado en la pared de alguien, es también la imagen trágica del Minotauro, aquel personaje de la mitología griega resguardando un laberinto.
El maestro de Galapagar volvió al punto inicial donde ya en anteriores veces había confrontado la posibilidad de empezar su muerte, las arenas de Aguascalientes. Hace cinco años en esa tarde del 23 de Abril de 2010, la sangre del matador baño las arenas, el callejón y el patio de cuadrillas hasta llegar a la enfermería. Las arenas hidrocalidas probaban su sangre. El laberinto de incertidumbre se había abierto.
El toreo a mi entender, a parte de sus tecnicismos y artes, comprende una parte muy importante de la filosofía de vida en donde en círculos y repeticiones de estados y habitós se nos enseña a entender un ritual, la vida misma, para experimentar y recordar su importancia. José Tomás parece a cada temporada haber ido aceptando que todos los golpes que ha sufrido le indican que su toreo debe tomar otro camino y así el matador viene cerrando círculos en su vida y su toreo.
Todo esto por supuesto es mi interpretación. Sin embargo desde que empecé el proyecto de libro Sangre de Reyes, con el como personaje principal, el toreo para mi nos ha entregado con el, un final que debe ser respetado. El matador ha cruzado la linea y marcado otra muy alta. Dificilmente a estas alturas podemos esperar que surge un espada superior a el. Si, vemos a muchos imitadores. Jóvenes que salen de las escuelas taurinas con mucha garra, valentía y estilo pero muy poca originalidad. Parecería que hoy para ser grande hay que imitar y arriesgar la vida innecesariamente para destacar. Eso no es torear y si es precisamente de lo que anteriormente se le acusaba a Tomas, de suicida, pero el lo hacia por motivos personales y sin imitar.
Lleguemos a la muerte sin buscar un destino. Lleguemos a la muerte fluyendo por delante de todo aquello que en vida nos llevo a ello. El minotauro puede que haya sido vencido, pero la vida no puede ser superada y en los campos de Iberia alejados de la Creta, hay lugar para que recorran muchos toros que todos amamos. Jamas seré un anti-taurino, que eso quede claro, pues de mucho me ha servido, apoyado y enseñado. Sin embargo estamos en un punto de inflexión humana global donde sabemos que somos bendecidos con el pensamiento y la espiritualidad que lleva a la sabiduría, de que el planeta no es nuestro pero parte de nosotros mismos y todo lo que vive en el merece nuestra compasión. No abogo por un fin al toreo, intento solo preguntarme porque matamos tanto cuando decimos apreciar la vida aun mas?
Si algo nos enseña José Tomás, que nos ha donado su cuerpo para mostrarnos la resistencia y la capacidad que tenemos de sobrevivir al mítico Minotauro, pero a la vez lo ha hecho porque estaba dispuesto a empezar su muerte, es que el toreo debe limitarse a experiencias genuinas y de alta calidad siempre. Si seguimos afeitando al toro, mal tratándolo porque nos vemos superados o por nuestro entretenimiento, solo podemos estar seguros de caer en una abominación propia donde seguimos actuando como los superiores de la tierra y no como sus seres en armonía. El es un ejemplo y somos muchos los que lo admiramos pero somos muy pocos lo que estamos dispuesto a dejar nuestra sangre correr y dársela a aquello mismo que nos ha hecho ver el valor de ser autentico, valiente, agresivo, noble y entregado. El toro. » — Carlos Cazalis
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