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Santa Sevilla

Jérôme Pradet, actuellement en exil dans des terres lointaines où la tauromachie n’a laissé que peu de traces, nous prie instamment de publier ce texte et la vidéo qui l’accompagne. On ne va pas chinoiser, et même si vous ne comprenez pas tout à la langue de Chicuelo, vous pourrez toujours vous référer aux images d’ambiance !

¡Siempre de frente! — ¡Todos por igual, valientes! — ¡Al cielo con ella! — ¡Izquierda adelante, derecha atrás!

« Cada sevillano o cada persona que haya vivido la Semana Santa en Sevilla tiene una intensa historia a contar y grandes y radicales argumentos que o la elevan a arte absoluto o la contrarían. Incluso somos muchos los que asumimos ambas posiciones y flotamos en medio de esta dualidad de amor/odio.

No es evidente que un joven en la treintena que resida en Sevilla ame y viva la Semana Santa en su plenitud. La inmensa mayoría de este sector social esta en las antípodas de la vida católica represiva y conservadora que tanto define a Sevilla. Si a todo esto añadimos un interés de dicho joven, por el arte o la creación contemporánea el conflicto y el descontento están asegurados. Pero voy a centrarme en la belleza del asunto.

Nuestra Semana Santa, para mí, es como citó Jan Fabre en 1982 con el título de su pieza de 8 horas C’est du théâtre comme à espérer et à prévoir. Un teatro absoluto ensayado durante siglos, regido, concebido e interpretado rigurosamente por miles de sevillanos de todas las edades y clases sociales mezcladas que hacen de actores, músicos, decoradores, cantantes, vestuaristas, bailarines y figurantes de esta ópera, durante toda una semana.

Esta Semana Santa es un teatro que abarca los 5 sentidos y que eleva el Alma:

— Empiezo hablando de lo sublime que nos entra por los ojos. De esas imágenes portadas sobre las nucas de hombres anónimos, que reciben una y otra vez el peso de su madera policromada y encarnada por los escultores más reconocidos del barroco español. Cristos y Vírgenes que narran la pasión, muerte y resurrección de Jesús de Nazaret como si de un cómic gore se tratará, los bordados infinitos en oro, los trajes de los nazarenos con sus códigos de color y las centenares de iglesias y callejuelas sevillanas a media luz (por que lo que más excita en la Semana Santa son sus noches).

— Los olores que envuelven a Sevilla en estos días primaverales como el Azahar (la flor del naranjo) se mezclan con los humos de los inciensos, con la cera de las velas al consumirse, con la fragancia de las composiciones florales de los pasos y con el olor intenso a sudor por el esfuerzo compartido de los costaleros. Ademas, puede que cientos de pétalos de flores, te caigan a la cara provenientes de un balcón a las puertas del Garlochí (mítico bar sevillano que desde los años 80, mejor encarna la « sevillania »).

— La música, siempre en movimiento, aparece desde un lado de la calle, te invade cuando pasa a centímetros de ti y se diluye por el otro lado estrecho de la calle para continuar su recorrido.
Marchas barrocas como Amargura, Virgen del Valle, Pasan los campanilleros, Saeta, Cristo de las Penas… interpretada con tambores, bombos, cornetas, oboes y clarinetes. Sonidos graves y rítmicos de la percusión que anclan tus pies al suelo empedrado y el vibrar de los instrumentos de metal y viento que elevan tu cuerpo a una vertical hasta hacerte tocar el cielo abierto para ti. Y en cualquier momento tras el chistar de cientos de sevillanos presentes, puedes escuchar un quejío desde un balcón. Saeta llaman a este grito de amor absoluto en forma de oración- trance que te parte el cuerpo en mil pedazos.

Lo que se puede decir respecto a la comida durante esta semana, es que vas a comer « montaítos » de pie en un bar efímero instalado en un local familiar que hace « el agosto » en una semana vendiendo estos pequeños bocadillos que amenizan los momentos de espera o los constantes paseos laberínticos.

— Sólo me queda hablar de la piel. Una vez que tu cuerpo esta completamente invadido por la emoción y rodeado de un gran número de personas (aconsejo abrazar fuerte el cuerpo de tu enamorado) lo que aparece es el erotismo. La Semana Santa es, para mi, la mayor expresión sexual que Sevilla posee. Toda tu piel se comunica contigo, se eriza, se contrae y se relaja (como en el sexo) bajo las órdenes que este teatro va dictando.

Y como en todo tipo de rituales de esta índole en el mundo, las drogas pueden forman parte de todo este fervor. El « semanasantero » consume litros y litros de cerveza Cruzcampo durante esta semana de jornadas enteras en la calle, largas horas de pie a la espera del momento de emoción donde tal Virgen o tal Cristo pasa por tu rincón favorito de la ciudad con la música que más amas. La marihuana o el hachís mezcla sus humos con los del incienso elevando más aún tu alma a esa conexión vertical espiritual de la que hablaba. Las drogas sintéticas como la cocaína, el MDMA o el éxtasis también pueden sumar intensidad a esta « experiencia », sobre todo en la noche del Jueves Santo al Viernes Santo, la conocida « Madrugá ».

Y termino diciendo que, sin duda, la Semana Santa en Sevilla es algo a experimentar en la vida, al margen de creencias religiosas, de géneros, edades o casta social. » — Roberto Martínez, danseur contemporain, Séville.

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